miércoles, 26 de octubre de 2016

Anecdotario tranviario Parte II. Tranvía y algo de espectáculo.


He intentado en vano localizar alguna letra jotera alusiva al tranvía de mulas, no pierdo la esperanza de encontrar alguna, me resisto a creer que el carácter zaragozano se resistiera a su vez a cantarle al tranvía en positivo o en negativo.  

No así, sí que encontramos una relación musical-tranviaria de la que ya se hacía eco Blasco  Ijazo, quien recuerda  un cuplé alusivo al tranvía que se interpretó en el tristemente desaparecido Teatro Pignatelli. Construído en 1878 y derribado en 1915,  sito entre la actual Plaza de Santa Engracia y la calle Juan Bruil, fue obra del Arquitecto Félix Navarro. La  Historiadora del Arte y profesora de la Universidad de Zaragoza Amparo Martínez Herranz, nos proporciona una detallada descripción del desaparecido edificio, en su artículo “Teatro Pignatelli o el sueño de un teatro de verano”:



 
Imágenes del Teatro Pignatelli hacia 1900

con una  novedosa estructura de hierro sus espacios se separaban y cerraban mediante ladrillo, yeso, madera y lona. Al exterior se presentaba como una construcción de fachada sobria, dentro de un eclecticismo severo de línea clasicista, que quedaba matizado en los laterales mediante las galerías abiertas, cubiertas por toldos y rodeadas de jardines, que continuaban el recorrido en planta de herradura de la sala, dejando de este modo adivinar y leer desde el exterior la estructura de su espacio interior, destinado a albergar a cerca de 2.000 espectadores.

La sala para el público tenía un amplio patio de butacas, dieciséis plateas, y un segundo piso con dieciocho palcos, que se convertían en entrada de anfiteatro en el tramo central del recorrido. El escenario, montado según los últimos adelantos de la época, era grande y permitía la celebración en el mismo de todo tipo de espectáculos…

….Además estaba dotado de diversas estancias en torno a la sala, destinadas a servicios tales como los de vestíbulo de acceso y tesorería, contaba con un jardín trasero, en el que se construyó un pabellón independiente destinado a café-restaurante.”

Como decíamos fue en este Teatro donde el actor D. Bonifacio Pinedo interpretó un cuplé dentro de la revista titulada “Cuadros disolventes” de Perrin y Palacios:

“El que quiera probar cosa buena

Que se monte un día ¡Ay!

En algún tranvía ¡Ay! De esta capital

Descarrila tres o cuatro veces desde aquí a Torrero ¡Ay!

Y grita el cochero ¡Ay!

Y habla mucho y mal

 
Cartel de la Revista en un acto titulada Cuadros Disolventes de los Sres. Perrin y Palacios con música del maestro Nieto.

 
 
 
Dos caricaturas del actor Bonifacio Pinedo publicadas en la revista El Madrid Cómico.
Al parecer Pinedo fue un exitoso actor en la época que aparece mencionado en innumerables documentos relacionados con el mundo teatral.

Por Nieves García-Arilla Oliver.

 

lunes, 17 de octubre de 2016

Anecdotario tranviario Parte I Ambiente y Vocabulario.


Como elemento urbano, presente en el día a día, el tranvía forma parte de las vidas de las gentes, usuarios habituales, ocasionales o meros observadores de su cadencioso paso; Así, de forma involuntaria y orgánica viene a vertebrar un sinfín de historias anecdóticas o no tanto, que tienen como protagonista o actor secundario este medio de transporte, convertido también en espacio para las relaciones sociales.

Así pues contamos con diferentes testimonios sobre el ambiente que se podía vivir en los viajes en tranvía en las noches estivales.

Sobre los usuarios de las líneas apunta Blasco Ijazo en su compendio ¡Aquí Zaragoza!:

“…En aquellas clásicas noches verbeneras de San Juan y de San Pedro y en los días restantes de verano el tranvía de Torrero contaba en su marcha pausada-que cualquier hijo de vecino podía detener a petición para subir o descender- con una buena clientela. Las dos líneas que se dirigían a las estaciones – “Arrabal” y “Bajo Aragón” presentaban una vida asegurada. Y la de “Circunvalación”, que salía y entraba en la Plaza Constitución….constituía un magnífico recurso para tomar el fresco durante el verano o matar el rato en invierno. Cinco céntimos precio total del trayecto daban mucho de sí”

Esto no siempre fue así, sabemos de la preocupación por el escaso éxito de la línea circunvalación expresada en las Actas de la Sociedad, en contraste con el éxito rotundo (hasta el colapso) de la línea Torrero.

 

En la imagen una de las jardineras (tranvías abiertos de verano) de la Sociedad los Tranvías de Zaragoza pasando por la acera de los pares del Paseo Independencia a la altura de la Calle Albareda. Era un vehículo fresquito para el inmisericorde verano zaragozano.

La prensa local nos brinda la oportunidad de conocer informaciones que permiten imaginarnos estos trayectos en tranvía, es el caso de una noticia del viernes, 27 de julio de 1900 que no solo nos hace sonreír por solidaridad con los habitantes de la Zaragoza del incio del siglo XX por sus sufrimientos térmicos, sino que además deja patente el éxito de afluencia de esa línea de Torrero:

"Seguramente vería con gusto el público que la empresa ordenase un nuevo servicio de tranvías a Torrero, que podría verificarse a las doce y media de la madrugada. Donde se nota temperatura relativamente agradable estas noches de asfixiante calor es en Torrero y sus alrededores, pero como el último tranvía regresa a las once y media, son muchos los que vuelven a la ciudad antes de lo que desearían. Creemos pues, que sería conveniente la ampliación del servicio aun cuando el billete fuese más caro para estos recorridos extraordinarios."

 Sabemos también que la marcha del tranvía era objetivamente lenta para nuestros estándares actuales, y al parecer también para los de entonces, esto es, lo que el reglamento de los tranvías fijaba en trote largo en las rectas y trote corto en las encrucijadas de las calles y en las curvas de gran radio, y al paso en curvas de radio pequeño y en la entrada de agujas llevando el freno templado. Podría variar entre 10 y 15Km/h.
El 17 de junio de 1887 encontramos otra noticia en prensa que dice así:

          “No sabemos ya que lenguaje emplear cuando nos ocupamos del deficiente servicio de tranvías.
Un apreciable suscritor  (sic) de Torrero, nos dice hoy, que el viaje que a pie realiza en siete u ocho minutos, le cuesta en tranvía veintidós.”

De esta velocidad de la marcha y también del ambiente dentro de los coches nos habla de nuevo Blasco Ijazo:

             La lentitud de la marcha permitía en algunas ocasiones bajar, dar un recado y volverlo a tomar… la gente de la plataforma hablaba con el conductor y en aquel ambiente de campechanía hasta se conocían los nombres de las más briosas caballerías entre las 150 dispuestas. Y se las jaleaba con el conductor para ganar en la planta ¡! Arrea trovador (sic), Generala…!!Bueno, Careto, Cueva, Panadera, Brillante!... ¡Anda manitas, Estudiante, Anarquista!...!Toma Milor!...

Todos los nombres de las caballerías que fueron adquiridas por la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza se conocen gracias al libro de inventario de la Sociedad hoy conservado en Auzsa.

 
Plaza Constitución todavía con la Fuente de Neptuno, a la izquierda de la imagen, entre árboles un tranvía de mulas.

Hay otro asunto recurrente que resulta muy llamativo, y que encontramos al repasar la prensa local de la época. Se trata de la cantidad de quejas por el lenguaje utilizado por los conductores del tranvía. Tanta al parecer era la  ”campechanía” como el propio Ijazo citaba, que para algunos se antojaba excesiva:

El Diario de Zaragoza, el Martes, 14 de junio de 1887 dice así:

 “Hemos oído quejas y manifestaciones del disgusto, a varias personas, por el lenguaje poco edificante que con sensible frecuencia emplean los conductores de tranvía. Ya que la empresa procura atender con laudable actividad el servicio público, haga también por privarle de estos desagradables espectáculos que repugnan a los viajeros y ofenden a la moral.”
 Viernes, 17 de junio de 1887:

“No sabemos ya qué lenguaje emplear cuando nos ocupamos del deficiente servicio de tranvías. Un apreciable suscriptor de Torrero nos dice hoy que el viaje que a pie realiza en siete u ocho minutos, le cuesta en tranvía veintidós. Y luego dirán algunos, que reporta grandes beneficios a Zaragoza, este nuevo sistema de locomoción. Se nos dice, asimismo, que ayer sufrió un vuelco uno de los vehículos arrollando a una mujer, quien se ocasionó algunas contusiones. Sin comentarios.”

 Martes, 15 de abril de 1890:

"Agradeceremos nosotros a la Empresa de Tranvías, en nombre del público todo de Zaragoza, ordene a sus conductores guarden las consideraciones debidas a las personas que transitan por la calle para que no se reproduzcan escenas como la que ayer motivó el conductor del coche número 6, que prestaba su servicio en la línea del Bajo Aragón - Madrid. Lo que dicho empleado hizo, no tiene nombre; insultar pase, pero faltar a las señoras, es cosa que en modo alguno puede verse con calma".

 Martes, 16 de junio de 1896:
"A nuestro amigo Don Juan Izquierdo ocurrióle ayer en uno de los tranvías de circunvalación, un incidente que resulta viejo dada la triste frecuencia con que se repite.

Uno de los jefes de movimiento, dirigióse al señor Izquierdo en formas tan bruscas y descompuestas que bien merecen censura. La Dirección de los Tranvías hará perfectamente en poner coto a la repetición de estas escenas."

 Por Nieves García-Arilla Oliver.

lunes, 10 de octubre de 2016

Felices Fiestas


Me gustaría haber encontrado un cartel de las Fiestas del Pilar de 1885, (año de la inauguración del tranvía) y ya puestos alguna mención al servicio de tranvías en algún cartel de los años posteriores,  pero desafortunadamente no ha sido así… quien sabe, quizá para el próximo año.

Pero a falta de pan buenas son tortas, he aquí un cartel de 1880, 5 años antes de la inauguración tranviaria. Les invito a leerlo con detenimiento, porque no tiene desperdicio, y me aventuro a adelantar que la rifa propuesta por los organizadores de la jarana, con el número de la lotería nacional, hoy en día no tendría mucho éxito… a ver lo que harían ustedes si les tocasen un par de mulas y un par de caballos.

 

Lo que si mencionaré es que todos los esfuerzos de la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza se centraron en inaugurar la primera línea construida para las Fiestas del Pilar de 1885, pero la tardanza en la recepción del material móvil impidió que así fuera, inaugurándose tan solo unos días después (17 de octubre).
 
Para terminar hoy esta breve entrada, dos fotografías. Una que ya colgué hablando de los Coyne, y que no me resisto a volver a usar para homenajear a las tan celebradas comparsas de Gigantes y Cabezudos que aun hoy siguen haciendo las delicias de pequeños y no tan pequeños. Detrás del carro que aparece en el centro de la imagen, dos jardineras (coches abiertos de verano) de tranvía que se cruzan, mientras los Gigantes atraviesan la Plaza Constitución.


La segunda, también del Estudio Coyne, en la que una comparsa de Gigantes danza por una irreconocible Plaza del Pilar, cuando quedaban unos cuantos años para que derribasen el bloque de casas que vemos a la derecha, que separaba la plaza de la Patrona de la de la catedral de la Seo.

 

¡Felices Fiestas del Pilar!

Por Nieves García-Arilla Oliver.

lunes, 3 de octubre de 2016

Café y tranvía. 135 años de la inauguración del Café Ambos Mundos.


Los cafés zaragozanos, al igual que en otras ciudades en el siglo XIX, representaron importantes lugares de reunión y encuentro. Lugares confortables, luminosos, espaciosos y en algunos casos ricamente ornamentados al gusto de la época, que invitaban a departir largo y tendido sobre todo lo que acontecía.

En Zaragoza hubo varios cafés de estas características que alcanzaron gran fama e igualaron en confort y lujo a importantes cafés europeos.  Monica Vázquez Astorga, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, recoge en un estudio titulado “Los antiguos cafés de Zaragoza en el siglo XIX” la existencia de estos espacios, su evolución y su importancia para la ciudad. De este artículo he sacado la información relativa a uno de los cafés decimonónicos más importantes con los que contó Zaragoza: El café Ambos Mundos.

El café de Ambos Mundos fue inaugurado el 3 de octubre de 1881; cumpliéndose hoy 135 años de la apertura de sus puertas. Sito en el actual Paseo Independencia, por aquel entonces aun conocido como Paseo de Santa Engracia, ocupaba toda una manzana entre las actuales calles Marqués de Casa Jiménez y Albareda.

 


 

La prensa local el 31 de diciembre de 1892 se hizo eco de un acuerdo habido entre el mencionado café y la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza:

“Han firmado un convenio “Café de Ambos Mundos“ y Los Tranvías de Zaragoza para poner unos coches gratuitos desde la Plaza de la Constitución al café y viceversa. El Café dará un billete por cada 25 céntimos de consumición y se podrá ocupar plaza una sola vez en cualquier coche ordinario, extraordinario o especial que circule por el trayecto. Habrá un tranvía especial desde la 1:30 a las 4:00 de la tarde los días no feriados y todas las noches de 8 a 11. Pondrán tres coches de modo que siempre haya uno en la puerta del café y otro en la Plaza de la Constitución.”

La línea Torrero era la que  pasaba por delante de dicho establecimiento, discurría por el lado de los pares del Paseo de Santa Engracia, saliendo del mismo por el vano correspondiente de la Puerta del mismo nombre para emprender su viaje hacia las playas de Torrero.

De la noticia podemos deducir la importancia de este café zaragozano, que ya llevaba 11 años abierto. Había inaugurado su alumbrado eléctrico en 1885 y  tres años antes de la firma de este acuerdo habría sido completamente remodelado. Así el dueño del café garantizaba a su clientela un buen servicio de transporte que lo conectaba directamente con la Plaza Constitución (actual Plaza de España), donde se encontraba el nudo de todas las líneas tranviarias existentes en ese momento.

Contamos con una pormenorizada descripción del establecimiento, publicada por El Diario de Zaragoza el día de su apertura:

[…] El salón, que ocupa toda la planta baja del edificio, tiene una longitud de 38m por 21 de ancho y 7 de altura. Además hay un gabinete en cada uno de los costados. Componen en ancho tres tramadas: las dos primeras se hallan debajo del edificio y forman la mitad del salón, están sostenidas por diez y ocho columnas de hierro en dos líneas, la otra mitad está cubierta con solo el tejado por corresponder al patio de luces del edificio, por cuyo motivo han sido innecesarias las columnas, obteniéndose la mitad del salón completamente despejado.

Doce arcos de los porches corresponden al salón y gabinetes, y dos puertas dan entrada al primero, si bien hay dispuestas otras dos, diez huecos con iguales dimensiones a las puertas existen en el salón en la fachada posterior y cuatro en cada uno de los lados dando entrada a los gabinetes, salón de billares y demás departamentos.

Doscientas ocho mesas de mármol se han colocado entre los gabinetes y las cuatro naves o divisiones en que se han distribuido longitudinalmente el salón. La pintura y dorado de este grandioso café es obra de Alejo Pescador, artista conocido en esta capital por otras obras de relevante mérito. Cuatro magníficas figuras que representan Asia, África, Europa y América se destacan en primer término; ellas y el techo de estilo pompeyano y todos los demás adornos y grupos de este salón corresponden por su mérito al crédito que como pintor hace tiempo que disfruta con justo motivo, el sr. Pescador[…].

 

 

Este imponente café cerraría sus puertas el 2 de septiembre de 1955, habiendo sido testigo de infinidad de historias contadas entre sus paredes.

 Por Nieves García-Arilla Oliver.

 

lunes, 26 de septiembre de 2016

Las fotografías de aquí. Anselmo María e Ignacio Coyne.


A veces somos injustos con lo cercano, con lo nuestro, y por aquello de tenerlo a mano no sabemos valorarlo en su justa medida, quizá por no tener la perspectiva que da la distancia.

Zaragoza contó durante décadas con la suerte de albergar una saga de fotógrafos que inmortalizaron una época, los Coyne. Aquí me referiré únicamente a los dos miembros de la familia cuya actividad se desarrolló en el siglo XIX y principios del XX.

Hoy el legado fotográfico de la familia se conserva en el Archivo Histórico Provincial y algunos de sus fondos están digitalizados y son accesibles mediante DARA (Documentos y Archivos de Aragón) fondos que serían aún más extensos de no ser por el desastroso incendio sufrido en el estudio el 9 mayo de  1887 y que se inició mientras manipulaban las placas fotográficas obtenidas horas antes en la puesta de la primera piedra del Puente de Hierro.

El cronista Juan Moneva, no sin sentido del humor,  lo describía así:

…”Inauguración de las obras del Puente. La pamema consabida; el Obispo Auxiliar – Alda- bendiciendo; único elemento serio, substantivo, respetable del acto; concurrencia de Autoridades y notables de la Ciudad, con sus cintas, bandas y metales; y a comer cada cual a su casa.

Menos el Ministro y unos pocos señores de Madrid: para ellos era almorzar; a comer estaban invitados, con todas las Autoridades y todos los Diputados de la provincia, en el Salón amarillo de la Diputación; estaban también invitadas a aquel banquete las respectivas señoras; naturalmente no eran aludidos en eso el Cardenal Benavides ni su obispo Auxiliar. Alcalde era entonces Don Simón de Varanda, el principal “pontífice”, en la acepción etimológica de “hacedor del puente”.

Acabando estaban la comida, bebiendo ya licor los hombres y fumando con la venia, un tanto forzada, de las señoras, pues ardían ya en el salón largo por estrecho hartos cigarros puros, cuando llegó allí dada al Alcalde, al Capitán General y al Gobernador Civil, una noticia muy fácil de comprobar por toda aquella concurrencia, sin más que asomarse a cualquier balcón de la estancia: incendio en el 33 del Coso, casa de Sichar”..

…“Vieron llama y humareda en lo más alto; y mucha tropa de regimiento de Pontoneros que llegaba ya para formar cordón que aislase la casa de todo público y ayudase a apagar el incendio; los bomberos de la Ciudad llevaban ya allí mucho rato de trabajar con más valor que medios útiles.

Salieron todos los comensales; los más para marchar a un baile que el Casino de Zaragoza daba en sus salones a honor del Ministro y del Puente; todos habían despedido sus coches, pues hubiera sido ridículo subir en ellos frente a las escalerillas de la Diputación para bajar ante el Palacio del Conde de Sástago. Bajó Ramona Banquells, la Alcaldesa, satisfechísima de haber visto triunfar la idea de su marido, con su vecina y amiga íntima la Señora de Torres Cervelló, “la Tubau”, de mote local, mote laudatorio, pues con él expresaba la buena sociedad zaragozana que aquella señora era elegante de porte y trato como la mejor actriz de la escena española de entonces; Doña Ana del Valle e Iznaga, la esposa del General Chinchilla, la cual había de morir poco después en Zaragoza; Juana Vargas y Benavides de Milán, la sobrina del Arzobispo; Rosa Nadal y Yarza, la hija del Rector de la Universidad y mujer de Manuel Castillón, diputado provincial…

……Frente al 33, en la acera opuesta de la Plaza y del Coso, quedaron parados los más comensales del pasado banquete; fue llegando algún coche con señoras y caballeros que iban al baile del Casino; no pudieron pasar, bajaron, se detuvieron allí y se enteraron como los demás de lo que ocurría. A Coyne cuando estaba revelando o fijando las placas obtenidas por la mañana en el Paseo del Ebro, se le prendieron unos líquidos inflamables; ardió pronto su estudio entero de fotógrafo, se comunicó el fuego a lo más de la finca….”

Anselmo María de Coyne y Barreras había nacido en Pamplona en 1830 y murió en Zaragoza en 1896. Habría estudiado Química. Es en su ciudad natal donde instala su primer estudio fotográfico. En 1878 se traslada a  Zaragoza, y se asocia con el fotógrafo Mariano Júdez Ortiz. Será en  1881 cuando  reciba el título de fotógrafo de SS. MM., dándole ello el derecho al uso del escudo de armas real.

Su hijo, Ignacio Coyne Lapetra nació en Pamplona en 1872 y falleció en Zaragoza en 1912. Fotógrafo, operador y director cinematográfico. Cuando el cine llega a la capital aragonesa, era ya un prestigioso fotógrafo. En 1905, abre en la calle de San Miguel el primer cine estable de Zaragoza, conocido como Cinematógrafo Coyne. Llegó a filmar sus propias películas y a dotar de voz humana a sus personajes con su Cine Parlante Coyne.

La actividad fotográfica del estudio Coyne es profusa. De todas las imágenes tomadas he seleccionado tres en las que aparecen tranvías de mulas.



La primera es una imagen de un tranvía parado en Plaza Constitución que tiene como telón de fondo el Paseo de Santa Engracia, actual Paseo Independencia. Al observar la imagen con una lupa podemos distinguir el letrero en la parte superior de las ventanillas centrales, en el que leemos “Bajo Aragón - Madrid”. Aunque en un principio eran dos líneas diferentes, la Sociedad de Tranvías pronto se dio cuenta de que unificándolas mejoraba considerablemente el funcionamiento y por consiguiente el rendimiento, reduciendo los tiempos de espera. Podemos apreciar encima del coche un cartel que contiene un anuncio publicitario que desgraciadamente no podemos distinguir. A la derecha de la imagen, vemos entrando en la misma el tranvía nº 12 que según los datos encontrados tendría 14 asientos y 6 plazas en plataforma.


 

La segunda es una divertida comparsa de Gigantes y Cabezudos que discurre por el mismo lugar  que aparece en las otras dos imágenes y en la que solo los muy observadores se habrán percatado de que entre la multitud se distinguen dos jardineras.

 

La última, ya utilizada en este blog para ilustrar el post del reglamento tranviario, es quizá la única fotografía protagonizada en Zaragoza por un tranvía de tracción animal. Está  pasando delante de la Farmacia Ríos, las mulas nos tapan el número, pero el letrero no deja lugar a dudas de la línea a la que pertenece. Se distingue perfectamente al conductor con el uniforme, tocada la cabeza con la gorra reglamentaria y mano en el freno. Va a tomar la curva de la plaza para comenzar a ascender por el Paseo de la Independencia.
 
Por Nieves García-Arilla Oliver.

martes, 20 de septiembre de 2016

130 años de la inauguración del Tranvía de Torrero.


Por R.O de 24 de enero de 1885 se concedió el tranvía del interior y afueras de Zaragoza con tracción animal a D. Fernando Beltrán, D. Miguel Mathet y D. Modesto Torres y Cervello. Dicha concesión constaba de seis líneas; una de ellas, debería recorrer el trayecto Plaza de la Constitución - Torrero.
La línea de tranvía a Torrero fue la 3ª en construirse, comenzando los trabajos el 28 de mayo de 1886, inmediatamente después de terminar la línea de Madrid. En un principio se debatió intensamente sobre el orden de construcción de las líneas, habiendo defensores de que se primase la construcción de la línea Arrabal, para poder unir la Estación del Norte con el centro de la ciudad, pero finalmente la Sociedad los Tranvías de Zaragoza, tras discutirlo en varias de sus sesiones decidió construir primero la línea a Torrero para poder inaugurarla en verano, pensando que podía ser muy beneficioso que la explotación estuviese ya en marcha en el buen tiempo, ya que Torrero era el lugar de ocio elegido por los zaragozanos para las calurosas tardes de estío y los largos fines de semana. Y no siendo una decisión desacertada en absoluto, una vez más  los problemas administrativos retrasaron el inicio de la explotación, debido en este caso a un cambio técnico que hacía referencia al carril utilizado, al cual más adelante dedicaremos una entrada.
Esta línea, de vía única, comenzaba en la plaza de la Constitución (actual plaza de España) y subía por Independencia por la calzada de los pares en donde había un desvío para la línea de Madrid. Proseguía por la Glorieta (actual plaza de Aragón, lado Capitanía), atravesando la desaparecida puerta de Santa Engracia, cruzaba el puente del Huerva (bajo el actual Pº Constitución) y por el centro  del Camino de Torrero (actuales Pº Sagasta y Cuéllar) hasta las inmediaciones del puente de América.
A finales de julio de 1886 la línea ya estaba terminada y dispuesta para ser explotada, pero al parecer un problema con un permiso municipal no permitió su inauguración hasta el 20 de septiembre de ese mismo año, cumpliéndose hoy 130 años de la efeméride.
El inicio de la explotación no estuvo exento de incidentes curiosos que se producían principalmente por los desniveles de terreno y el sobreesfuerzo que los animales se veían obligados a realizar para salvar dichas pendientes. Pendientes, dicho sea de paso, que aún hoy podemos observar in situ dando un paseo por la zona, que aunque muy transformada en la actualidad conserva el desnivel que un día constituyó un verdadero quebradero de cabeza.
El éxito de esta línea fue tremendo, de modo que al cabo de un año la compañía solicitaba ya permiso para instalar doble vía.
1889 Litografía Portabella. Fuente:Fotos Antiguas de Zaragoza. Imagen cedida por la familia Hernández-Aznar para su digitalización y custodia.
En la imagen podemos ver el tranvía de mulas de Torrero a su paso frente a los desaparecidos talleres Portabella, que se localizaban en la actual Plaza Diego Velázquez. Su propietario, Eduardo Portabella (1846-1911) fue un famoso litógrafo, en cuyos talleres se imprimieron mediante este procedimiento multitud de ejemplares de revistas, libros, carteles etc...

jueves, 15 de septiembre de 2016

Las primeras solicitudes Parte III. 1871-1877


La propuesta de Leon Boulay 1871.

Apenas unos meses después de la malograda propuesta de Ruverte en el mismo año 1871 se presenta otra petición de construcción y explotación de una línea de tranvía por parte del Sr. Leon Boulay. Poco sabemos sobre este personaje a parte de la sucinta información contenida en la revista de Obras públicas nº14, 1871  Leon Boulay arquitecto e ingeniero de Londres y París”.

La petición, aunque es cursada y abierto su correspondiente expediente, no sigue adelante porque ya había presentado la suya el Sr. Ruverte, tal y como textualmente escribe el Arquitecto municipal en su informe de concesión. Es curioso leer en el informe de dicho funcionario que tan sólo atiende a razones económicas y éticas por haber llegado primero, pero en ningún caso compara o estudia las soluciones técnicas que ambos proyectos presentan y que en realidad son muy diferentes.

Atendiendo a la técnica de construcción y del material rodante, se podría decir que la del Sr. Boulay aportaba ciertos avances técnicos, como la utilización del  modelo de vía Loubat, que sería utilizado de forma muy extendida en el mundo tranviario.

En definitiva, 1871 hubiese sido un buen año para instalar un tranvía en Zaragoza, poniéndonos a la par de ciudades como Madrid, con un tranvía de sistema Loubat proyectado por el mismo arquitecto que hubiese proyectado el de Zaragoza.

 
Documentación anexa a la solicitud presentada por Leon Boulay que permite entender el sistema de vías para tranvía de tracción animal.

El Proyecto de Francisco Sabino de Freitas y Reys 1876.

En 1876 se presenta otra solicitud al Ayuntamiento para la construcción y explotación de una línea de tranvía. Se trata de D. Francisco Sabino de Freitas y Reys, de origen brasileño y que al parecer viajó a España para hacer fortuna estableciendo líneas de tranvías. De hecho también realizó una solicitud en el mismo año ante el Ayuntamiento de Málaga y las primeras líneas de tranvías en Portugal son suyas.

Se le conceden los trabajos sin apenas problemas y mientras se inician estos, el Gobierno de España publica una Real Orden mediante la cual ordena a los Ayuntamientos que todas las solicitudes de instalación de tranvías deben enviarse al Ministerio de la Gobernación para su debida aprobación... ¡Y la orden es retroactiva! Por lo que el proyecto de Sabino de Freitas se frena y da marcha atrás. De este expediente no se tiene noticia, pues aunque hay constancia en el Archivo Municipal de su existencia. También sabemos que se envió al Mº de la Gobernación con fecha de 24 de Marzo del año 1877.

De la documentación se desprende que llegaron a iniciarse los trabajos, y por lo tanto sería plausible pensar que se llegaran a colocar raíles, pero desconocemos donde se localizarían.


La solicitud solapada de Emilio Rotondo 1877. 

En diciembre de 1877 D. Emilio Rotondo y Nicolau solicita otra concesión para la instalación de tres líneas de tranvía:

-          La primera, que desde Plaza del Mercado siga por la calle San Pablo, Plaza del Portillo, estación de Madrid, Paseo María Agustín, Puerta del Carmen, Puerta de Santa Engracia y Plaza Constitución.

-          La segunda que también salga desde la Plaza del Mercado pasando por el Coso, Plaza de San Miguel, Puerta del Heroísmo (también conocida como Puerta Quemada, que databa del siglo XVII y estaba situada al final de la calle Heroísmo,  cerca de unas carboneras cuyo humo alcanzaba la puerta los días de viento, ennegreciéndola), Carretera del Bajo Aragón y finalizando en la estación de ferrocarril (Estación de Cappa).

-          La tercera desde la Glorieta (actual plaza Paraíso) hasta el canal imperial.

Muy diplomáticamente se le contestará desde el Ayuntamiento que en ese momento existe ya concedida una línea, la cual está a la espera de aprobación por el Ministerio de la Gobernación, y que por ese motivo no sería justo concedérsela.

Y esta vez sí tenemos noticias del solicitante, gracias a una investigación independiente llevada a cabo por Armando López Rodríguez y que aparece en un interesante trabajo titulado Emilio Rotondo y Nicolau (1849-1916) en los comienzos de la telefonía en España y en Marruecos. D. Emilio Rotondo se nos muestra aquí como el prototipo de emprendedor decimonónico.

Así pues, según Armando López, Rotondo habría nacido en Madrid en 1849, hijo de Arturo Rotondo y Rabasco, cirujano de la Casa Real (durante los reinados de Isabel II, Amadeo I y Alfonso XII), aficionado a la paleontología y a la arqueología, habría participado en varias campañas arqueológicas y de excavación  y habría propuesto diferentes prospecciones.

Siente una especial atracción por la innovación tecnológica, llegando a desarrollar inventos propios, como un “aparato vigilante espía” o un cañón de montaña, ambos reconocidos por el Ministerio de Guerra.

En 1877, mismo año de la solicitud para el tranvía zaragozano, presenta otra al Ayuntamiento de San Sebastián para unir puntos de la ciudad con el puerto de Pasajes, pero al igual que la de Zaragoza, no le será concedida. Sin embargo sí habría conseguido, años más tarde, establecer un servicio de ripperts en Bilbao.

El artículo de investigación continúa centrándose en la importancia de Emilio Rotondo y su hermano Adriano en el sistema de telecomunicaciones español, portugués y marroquí. Aprovechamos para recomendar desde aquí la lectura de dicho artículo.

A partir de este momento las concesiones de tranvías en las diferentes ciudades de España se sacarán a concurso en la Gaceta de Madrid (precursor del B.O.E.).


Por  Juan Antonio Peña, Nieves García-Arilla Oliver y Alberto Alastruey