lunes, 17 de octubre de 2016

Anecdotario tranviario Parte I Ambiente y Vocabulario.


Como elemento urbano, presente en el día a día, el tranvía forma parte de las vidas de las gentes, usuarios habituales, ocasionales o meros observadores de su cadencioso paso; Así, de forma involuntaria y orgánica viene a vertebrar un sinfín de historias anecdóticas o no tanto, que tienen como protagonista o actor secundario este medio de transporte, convertido también en espacio para las relaciones sociales.

Así pues contamos con diferentes testimonios sobre el ambiente que se podía vivir en los viajes en tranvía en las noches estivales.

Sobre los usuarios de las líneas apunta Blasco Ijazo en su compendio ¡Aquí Zaragoza!:

“…En aquellas clásicas noches verbeneras de San Juan y de San Pedro y en los días restantes de verano el tranvía de Torrero contaba en su marcha pausada-que cualquier hijo de vecino podía detener a petición para subir o descender- con una buena clientela. Las dos líneas que se dirigían a las estaciones – “Arrabal” y “Bajo Aragón” presentaban una vida asegurada. Y la de “Circunvalación”, que salía y entraba en la Plaza Constitución….constituía un magnífico recurso para tomar el fresco durante el verano o matar el rato en invierno. Cinco céntimos precio total del trayecto daban mucho de sí”

Esto no siempre fue así, sabemos de la preocupación por el escaso éxito de la línea circunvalación expresada en las Actas de la Sociedad, en contraste con el éxito rotundo (hasta el colapso) de la línea Torrero.

 

En la imagen una de las jardineras (tranvías abiertos de verano) de la Sociedad los Tranvías de Zaragoza pasando por la acera de los pares del Paseo Independencia a la altura de la Calle Albareda. Era un vehículo fresquito para el inmisericorde verano zaragozano.

La prensa local nos brinda la oportunidad de conocer informaciones que permiten imaginarnos estos trayectos en tranvía, es el caso de una noticia del viernes, 27 de julio de 1900 que no solo nos hace sonreír por solidaridad con los habitantes de la Zaragoza del incio del siglo XX por sus sufrimientos térmicos, sino que además deja patente el éxito de afluencia de esa línea de Torrero:

"Seguramente vería con gusto el público que la empresa ordenase un nuevo servicio de tranvías a Torrero, que podría verificarse a las doce y media de la madrugada. Donde se nota temperatura relativamente agradable estas noches de asfixiante calor es en Torrero y sus alrededores, pero como el último tranvía regresa a las once y media, son muchos los que vuelven a la ciudad antes de lo que desearían. Creemos pues, que sería conveniente la ampliación del servicio aun cuando el billete fuese más caro para estos recorridos extraordinarios."

 Sabemos también que la marcha del tranvía era objetivamente lenta para nuestros estándares actuales, y al parecer también para los de entonces, esto es, lo que el reglamento de los tranvías fijaba en trote largo en las rectas y trote corto en las encrucijadas de las calles y en las curvas de gran radio, y al paso en curvas de radio pequeño y en la entrada de agujas llevando el freno templado. Podría variar entre 10 y 15Km/h.
El 17 de junio de 1887 encontramos otra noticia en prensa que dice así:

          “No sabemos ya que lenguaje emplear cuando nos ocupamos del deficiente servicio de tranvías.
Un apreciable suscritor  (sic) de Torrero, nos dice hoy, que el viaje que a pie realiza en siete u ocho minutos, le cuesta en tranvía veintidós.”

De esta velocidad de la marcha y también del ambiente dentro de los coches nos habla de nuevo Blasco Ijazo:

             La lentitud de la marcha permitía en algunas ocasiones bajar, dar un recado y volverlo a tomar… la gente de la plataforma hablaba con el conductor y en aquel ambiente de campechanía hasta se conocían los nombres de las más briosas caballerías entre las 150 dispuestas. Y se las jaleaba con el conductor para ganar en la planta ¡! Arrea trovador (sic), Generala…!!Bueno, Careto, Cueva, Panadera, Brillante!... ¡Anda manitas, Estudiante, Anarquista!...!Toma Milor!...

Todos los nombres de las caballerías que fueron adquiridas por la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza se conocen gracias al libro de inventario de la Sociedad hoy conservado en Auzsa.

 
Plaza Constitución todavía con la Fuente de Neptuno, a la izquierda de la imagen, entre árboles un tranvía de mulas.

Hay otro asunto recurrente que resulta muy llamativo, y que encontramos al repasar la prensa local de la época. Se trata de la cantidad de quejas por el lenguaje utilizado por los conductores del tranvía. Tanta al parecer era la  ”campechanía” como el propio Ijazo citaba, que para algunos se antojaba excesiva:

El Diario de Zaragoza, el Martes, 14 de junio de 1887 dice así:

 “Hemos oído quejas y manifestaciones del disgusto, a varias personas, por el lenguaje poco edificante que con sensible frecuencia emplean los conductores de tranvía. Ya que la empresa procura atender con laudable actividad el servicio público, haga también por privarle de estos desagradables espectáculos que repugnan a los viajeros y ofenden a la moral.”
 Viernes, 17 de junio de 1887:

“No sabemos ya qué lenguaje emplear cuando nos ocupamos del deficiente servicio de tranvías. Un apreciable suscriptor de Torrero nos dice hoy que el viaje que a pie realiza en siete u ocho minutos, le cuesta en tranvía veintidós. Y luego dirán algunos, que reporta grandes beneficios a Zaragoza, este nuevo sistema de locomoción. Se nos dice, asimismo, que ayer sufrió un vuelco uno de los vehículos arrollando a una mujer, quien se ocasionó algunas contusiones. Sin comentarios.”

 Martes, 15 de abril de 1890:

"Agradeceremos nosotros a la Empresa de Tranvías, en nombre del público todo de Zaragoza, ordene a sus conductores guarden las consideraciones debidas a las personas que transitan por la calle para que no se reproduzcan escenas como la que ayer motivó el conductor del coche número 6, que prestaba su servicio en la línea del Bajo Aragón - Madrid. Lo que dicho empleado hizo, no tiene nombre; insultar pase, pero faltar a las señoras, es cosa que en modo alguno puede verse con calma".

 Martes, 16 de junio de 1896:
"A nuestro amigo Don Juan Izquierdo ocurrióle ayer en uno de los tranvías de circunvalación, un incidente que resulta viejo dada la triste frecuencia con que se repite.

Uno de los jefes de movimiento, dirigióse al señor Izquierdo en formas tan bruscas y descompuestas que bien merecen censura. La Dirección de los Tranvías hará perfectamente en poner coto a la repetición de estas escenas."

 Por Nieves García-Arilla Oliver.

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