lunes, 31 de octubre de 2016

Anecdotario tranviario Parte III. Incidentes y accidentes tranviarios: descarrilamientos, choques, atropellos, averías y algún caso de vandalismo decimonónico.


Conocemos por diferentes testimonios los incidentes que acaecieron durante el tiempo que los tranvías de sangre circularon por las calles zaragozanas.

Queda en la memoria y recogido en diferentes fuentes el espectáculo que los descarrilamientos suponían. Al parecer estos se producían con mucha frecuencia y su contemplación resultaba de lo más atractiva para los viandantes, no tanto para los usuarios, que tenían que apearse cada vez que esto se producía.

Hay que tener en cuenta que la profundidad del rail en el cual iban encajadas las ruedas era muy poca, y que la mayor parte de las calles no estaban si quiera adoquinadas, lo que provocaba que cualquier pequeña piedra en el rail, sumado al poco peso del tranvía, lo hiciera descarrilar.

Tal era la frecuencia de los descarrilamientos en algunos puntos que por ejemplo en la línea de Torrero, en la curva del inicio de la cuesta de Cuellar, la Sociedad habría emplazado a dos personas permanentemente, asignándoles la tarea de encarrilar el tranvía en ese punto, en el cual se descarrilaba diariamente.

Sobre los descarrilamientos también tenemos testimonios escritos. Al respecto comenta Blasco Ijazo:

Cada atasco de un carro por las malas condiciones del pavimento interrumpía el servicio. A lo mejor descarrilaba un coche y había que llevarlo por fuera hasta encarrilarlo de nuevo. Cualquier anomalía de estas originaba un espectáculo callejero, lo mismo que cuando se refrescaban las caballerías con agua y vinagre sacada de un cubo, que el empleado portaba en la plaza de la Constitución”

Gimeno Vizarra escribía lo siguiente:

“…cuando en el primer ramal del tranvía ocurrían todos los días descarrilamientos, una persona seria que los presenciaba con frecuencia, decía que pasaba excelentes ratos viendo como los chicos por puro entretenimiento y sin darse cuenta de lo que hacían colocaban las piedras sobre los raíles…”


Sirva esta imagen del inicio de la Calle San Blas (ya de 1903 tal y como se puede observar por la presencia de un poste eléctrico), para hacerse una idea del estado lamentable que presentaban algunas de las calles. Viendo esta imagen es fácil imaginarse los problemas que surgían en las vías.
 
La prensa local es fuente inagotable de testimonios sobre descarrilamientos, así un periódico local da la siguiente noticia el Lunes, 27 de Julio de 1896:

"No tiene nombre lo sucedido anoche con el servicio de Tranvías que trae los pasajeros del tren de Cataluña. En uno de los coches que hacen el servicio de estaciones iban bastantes personas. A la entrada del Puente de Piedra, el coche descarriló. Hicieron esfuerzos los cocheros; pero todo inútil. Al fin los viajeros hubieron de bajar del vehículo. Cuando este se creyó encarrilado, vuelta a subir, más a poco, vióse ya no lo estaba... y vuelta a bajar.

Ya sin peso el tranvía encarriló - habían pasado un cuarto de hora de molestias y viento no pequeño, los viajeros -, y al encarrilar, el coche arreó de veras y con el coche vacío atravesó el puente, que los viajeros habrían pagado su billete tuvieron que cruzar a pie. En las puertas de los fielatos aguardaba el tranvía.”

Además de estos incidentes, los coches de tranvía de vez en cuando también sufrían algún choque, como por ejemplo el recogido por la prensa el lunes, 31 de enero de 1887

“A las nueve de la noche de ayer, un coche del tranvía en un choque habido con una berlina la deshizo completamente; el hecho acaeció frente a la estación de Madrid”

Y no solo chocaban contra otros vehículos, también desafortunadamente había que lamentar algún atropello de personas o animales con muy distintos resultados. Y después de hablar en entradas anteriores de la lentitud de los tranvías, uno podría preguntarse ¿cómo es posible que se produjesen este tipo de incidentes? Pues la verdad es que no puedo dar respuesta a eso, uno podría pensar de forma lógica que los cascos de las caballerías con su característico ruido serían suficiente para alertar de que un tranvía se avecinaba, pero quizá la falta de costumbre de los viandantes podría ser el motivo. Lo que también es cierto es que los conductores estaban obligados por el reglamento a avisar de su llegada en ciertos puntos con un silbato, pero según denuncia algún periódico no hacían siempre uso del mismo y como resultado de la inacción atropellaban muy de vez en cuando a algún desprevenido.

 

 
En esta imagen del Coso Alto podemos apreciar en la parte inferior izquierda de la imagen la vía y los viandantes caminando por encima.
 
La prensa local recoge dos de estos incidentes, un atropello humano y otro animal (un "hermoso perro"):
 
 El humano  aconteció el 12 de noviembre de 1886:

              Ayer por la tarde fue atropellado un hombre en las afueras de la Puerta del Duque por el coche del tranvía número 2. Sufrió lesiones graves en un costado y leves en la cabeza. Fue trasladado al hospital.”

El animal, el Martes, 20 de octubre de 1896:

"Diariamente casi llegan a nuestra redacción, quejas de abusos y desmanes que cometen los conductores de tranvías, atropellando a las personas y animales, por no tomarse la molestia, sin duda de hacer los avisos, como es su obligación.

Anteayer mismo, vimos arrollar a un hermoso perro de un querido amigo nuestro. El conductor pudo haber evitado la muerte del animal con solo haberle obligado con la tralla a apartarse de la vía. El hecho produjo indignación en los pasajeros y transeúntes.

Sabemos el celo del director de la Empresa por todo cuanto se relaciona con el interés público y por eso no dudamos que dará a sus empleados las instrucciones oportunas para evitar la repetición de estos hechos"

En algún caso eran los carruajes los que se llevaban por delante a algún usuario del tranvía, pero la prensa sigue dando palos a la Sociedad de tranvías aunque aparentemente en este caso no parezca muy lógico.  Así el Lunes, 18 de julio de 1887 recoge un periódico la siguiente noticia: 

“De uno de esos accidentes a que da lugar la mala dirección de los tranvías zaragozanos, que diariamente denunciamos, fue víctima ayer nuestro querido amigo el director de “El Diario de Zaragoza”, Don Carlos Vara de Aznarez. Al descender este señor por la plataforma delantera fue arrollado por el carruaje, sufriendo lesiones de alguna consideración en el pie. Inútil nos parece decir que deseamos de todas veras su pronto restablecimiento. Como nos parece inútil también llamar la atención de la Empresa sobre estos desgraciados accidentes para que traten de impedirlos, porque nuestra voz será, como siempre, vox clamantis im (sic) deserto.”

De vez en cuando estos transportes también sufrían alguna avería. Creemos que en la época de la noticia que hemos encontrado, el parque móvil podría ya estar un tanto avejentado y que algunos de los coches adquiridos por la Sociedad en los primeros años eran ya de segunda mano, lo que podría suponer una mayor probabilidad de sufrir ciertas averías.

Jueves, 7 de enero de 1892: 

"A las doce del día 5, se rompió el eje de las ruedas, al tranvía descendente de Torrero, número 5, al entrar en la población, y colocado sobre los raíles estuvo hasta las dos de la tarde. Tal celeridad en quitar el obstáculo, entorpeció el servicio durante dos horas".

Es curiosos encontrar también reflejado en la prensa actos vandálicos denunciados por la misma. En la mayoría de los casos la simple colocación de una piedra en el raíl producía que este descarrilase, y de forma muy aparatosa según la velocidad a la que circulara.

Lunes, 26 de octubre de 1885 La Alianza Aragonesa publicaba:

                 “Los tranvías no circulan. Algunos desperfectos ocasionados en los ejes no permiten su uso. Por fortuna, el arreglo no se hará esperar. Y ya que de los tranvías hablamos, bueno será que los municipales eviten a todo trance el espectáculo que los muchachos están proporcionando, impidiendo la marcha de los coches. Cuando no caminan, un coche se convierte en una cucaña donde los chicos acuden para acallar su instinto de destrucción.

Las autoridades, todas, deben tomar una providencia seria, si se quieren cortar tales abusos.”

Miércoles, 18 de noviembre de 1885 el Diario la Derecha decía así:

                     “Es verdaderamente reprensible y digno de censura lo que acontece al anochecer. Se clavan piedras en los intermedios de los raíls (sic) para proporcionarse el placer de ver saltar los coches y producir roturas o descarrilamientos. Han visto hasta piedras cubiertas con papel u hojas para evitar la parada de los coches.

También La Derecha se hace eco el Jueves, 9 de septiembre de 1886 de lo siguiente:


“En la mañana de ayer una mano salvaje colocó una piedra en los raíls (sic) junto a una farola en la línea de Madrid. Descarriló el coche, chocó con la farola que rompió y se produjo un tan violento choque que el mayoral quedó colgado por los pies y con conmoción grave y los dos viajeros dieron contra asientos y cristales.

Es deplorable lo ocurrido sin que se halla hasta la presente “sentado en la mano””

 

Por Nieves García-Arilla Oliver

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario