Como elemento urbano, presente en el día a día, el tranvía
forma parte de las vidas de las gentes, usuarios habituales, ocasionales o
meros observadores de su cadencioso paso; Así, de forma involuntaria y orgánica
viene a vertebrar un sinfín de historias anecdóticas o no tanto, que tienen
como protagonista o actor secundario este medio de transporte, convertido
también en espacio para las relaciones sociales.
Así pues contamos con diferentes testimonios sobre el
ambiente que se podía vivir en los viajes en tranvía en las noches estivales.
Sobre los usuarios de las líneas apunta Blasco Ijazo en su
compendio ¡Aquí Zaragoza!:
“…En aquellas clásicas
noches verbeneras de San Juan y de San Pedro y en los días restantes de verano
el tranvía de Torrero contaba en su marcha pausada-que cualquier hijo de vecino
podía detener a petición para subir o descender- con una buena clientela. Las
dos líneas que se dirigían a las estaciones – “Arrabal” y “Bajo Aragón”
presentaban una vida asegurada. Y la de “Circunvalación”, que salía y entraba
en la Plaza Constitución….constituía un magnífico recurso para tomar el fresco
durante el verano o matar el rato en invierno. Cinco céntimos precio total del
trayecto daban mucho de sí”
Esto no siempre fue así, sabemos de la preocupación por el
escaso éxito de la línea circunvalación expresada en las Actas de la Sociedad,
en contraste con el éxito rotundo (hasta el colapso) de la línea Torrero.
En la imagen una de las jardineras (tranvías abiertos de verano) de la Sociedad los Tranvías de Zaragoza pasando por la acera de los pares del Paseo Independencia a la altura de la Calle Albareda. Era un vehículo fresquito para el inmisericorde verano zaragozano.
La prensa local nos brinda la oportunidad de conocer
informaciones que permiten imaginarnos estos trayectos en tranvía, es el caso
de una noticia del viernes, 27 de julio de 1900 que no solo nos hace sonreír
por solidaridad con los habitantes de la Zaragoza del incio del siglo XX por
sus sufrimientos térmicos, sino que además deja patente el éxito de afluencia
de esa línea de Torrero:
"Seguramente vería
con gusto el público que la empresa ordenase un nuevo servicio de tranvías a
Torrero, que podría verificarse a las doce y media de la madrugada. Donde se
nota temperatura relativamente agradable estas noches de asfixiante calor es en
Torrero y sus alrededores, pero como el último tranvía regresa a las once y
media, son muchos los que vuelven a la ciudad antes de lo que desearían.
Creemos pues, que sería conveniente la ampliación del servicio aun cuando el
billete fuese más caro para estos recorridos extraordinarios."
“No sabemos ya que lenguaje emplear
cuando nos ocupamos del deficiente servicio de tranvías.
Un apreciable suscritor
(sic) de Torrero, nos dice hoy, que el viaje que a pie realiza en siete u
ocho minutos, le cuesta en tranvía veintidós.”
De esta velocidad de la marcha y también del ambiente dentro
de los coches nos habla de nuevo Blasco Ijazo:
“La
lentitud de la marcha permitía en algunas ocasiones bajar, dar un recado y
volverlo a tomar… la gente de la plataforma hablaba con el conductor y en aquel
ambiente de campechanía hasta se conocían los nombres de las más briosas
caballerías entre las 150 dispuestas. Y se las jaleaba con el conductor para
ganar en la planta ¡! Arrea trovador (sic), Generala…!!Bueno, Careto, Cueva, Panadera, Brillante!... ¡Anda
manitas, Estudiante, Anarquista!...!Toma Milor!...
Todos los nombres de las caballerías que fueron adquiridas
por la Sociedad Los Tranvías de Zaragoza se conocen gracias al libro de
inventario de la Sociedad hoy conservado en Auzsa.
Plaza Constitución todavía con la Fuente de Neptuno, a la izquierda de la imagen, entre árboles un tranvía de mulas.
Hay otro asunto recurrente que resulta muy llamativo, y que encontramos
al repasar la prensa local de la época. Se trata de la cantidad de quejas por
el lenguaje utilizado por los conductores del tranvía. Tanta al parecer era
la ”campechanía” como el propio Ijazo
citaba, que para algunos se antojaba excesiva:
El
Diario de Zaragoza, el Martes,
14 de junio de
1887 dice así:
“No sabemos ya qué lenguaje emplear
cuando nos ocupamos del deficiente servicio de tranvías. Un apreciable
suscriptor de Torrero nos dice hoy que el viaje que a pie realiza en siete u
ocho minutos, le cuesta en tranvía veintidós. Y luego dirán algunos, que
reporta grandes beneficios a Zaragoza, este nuevo sistema de locomoción. Se nos
dice, asimismo, que ayer sufrió un vuelco uno de los vehículos arrollando a una
mujer, quien se ocasionó algunas contusiones. Sin comentarios.”
"Agradeceremos
nosotros a la Empresa de Tranvías, en nombre del público todo de Zaragoza,
ordene a sus conductores guarden las consideraciones debidas a las personas que
transitan por la calle para que no se reproduzcan escenas como la que ayer
motivó el conductor del coche número 6, que prestaba su servicio en la línea
del Bajo Aragón - Madrid. Lo que dicho empleado hizo, no tiene nombre; insultar
pase, pero faltar a las señoras, es cosa que en modo alguno puede verse con
calma".
Uno de los jefes de
movimiento, dirigióse al señor Izquierdo en formas tan bruscas y descompuestas
que bien merecen censura. La Dirección de los Tranvías hará perfectamente en
poner coto a la repetición de estas escenas."
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