Dicen que la capital aragonesa no es una plaza fácil para el
emprendimiento, y parece que no fue diferente en la cuestión que nos ocupa, y
es que los inicios del tranvía de tracción animal en Zaragoza no fueron un
camino de rosas. Al recopilar información
salían a la luz publicaciones de diversa índole sobre el tema y no podía
sino sonreírme al ser consciente de que la historia se repite. La acogida
tranviaria tanto entonces como ahora costó lo suyo, no faltaron detractores ni
tampoco firmes defensores, que criticasen la idea o la ensalzasen como
portadora de progreso y modernidad, para posteriormente ser admitida, e incluso
adoptarla con cariño pasando así a formar parte del paisaje urbano y de la historia
del día a día de los zaragozanos. Así fue durante los 17 años en los que se utilizó la
tracción animal. 17 años en los que el tranvía pasó a ser un elemento más, que pareciera siempre hubiese estado ahí.
Si bien es cierto que las diferencias entre aquel tranvía
inaugurado en octubre de 1885 y el nuestro inaugurado en abril de 2011 son considerables, algunas de las reacciones se nos antojan similares.
Buena muestra de este clima reacio al proyecto lo encontramos en diversos pasajes de la obra
¡Vamos muy despacio! de 1887, editada 100 años después por “El Día de Aragón
D.L”.
Tan solo dos años después de que se inaugurase la primera
línea tranviaria y viviéndolo en primera persona, Joaquín Gimeno F. Vizarra, no
solo como ciudadano sino como alcalde de la ciudad, nos ofrece una valiosa
percepción del ambiente general reinante en torno al proyecto, nos habla de
estas opiniones enfrentadas sobre el tranvía y de la acogida que tuvo en un
primer momento, dejando también patente su apoyo personal a la iniciativa:
“…y llegó el día del comienzo de las obras. En cualquier otra población
este hecho hubiera impuesto silencio a los murmuradores; aquí puede decirse que
marcó el inicio de la guerra a los tranvías. Discutió extensamente el público
sobre el asiento de los raíles, sobre la disposición general de la línea, sobre
las curvas, sobre el material de toda clase y el que más y el que menos
esperaba que el día de la inauguración del tráfico habría de ser para la
empresa un verdadero fracaso. Hizose la prueba sin embargo, y se vió que no había dificultad en la
circulación: el primer ramal, de la Plaza Constitución a la estación de Cappa,
podía abrirse a la explotación. Tocábamos ya la mejora con las manos y había
llegado el instante de la satisfacción primera”
…”no a uno, a muchos que tienen obligación de discurrir, les oímos hablar
en contra de los tranvías y cuando para explicar su actitud entrábamos en
conversación con ellos casi siempre llegábamos al convencimiento de que la
odiosidad obedecía a preocupaciones inconcebibles. Quien pensaba que el nuevo
medio representaba para nuestra ciudad un nuevo gasto inútil, y para ciertas
clases una carga insoportable, no reproductiva, quien defendía que venía a
matar otras industrias; quien que había de ocasionar desgracias en la vía
pública y todos se cuidaban más de inventar razones en contra, que de hacerse
cargo de las que existían en pro…”
Las trabas burocráticas y administrativas y la continua
lucha contra el fantasma de la paralización de las obras reflejado por Gimeno
Vizarra es algo que también se puede contrastar en el libro de actas de la Sociedad “Los tranvías de Zaragoza” conservado en las
dependencias de “Urbanos de Zaragoza” libro que se inicia el día 05/08/1885 día
de constitución de dicha sociedad y en el cual se plasman las diferentes sesiones
celebradas por la misma.
“…sin embargo, para muchos de nuestros convecinos era más entretenido y
más patriótico poner en el camino de los tranvías piedras de todo género, y con
esa creencia, comenzaron a ponerlas. Pasemos por alto la larga serie de
reparos, autorizaciones, desautorizaciones, amenazas e inconvenientes
gubernativos opuestos a la naciente empresa…”
Esta
fotografía de hacia 1895 en la que se pueden contemplar 4 tranvías de diferentes líneas en la
Plaza Constitución, fue rescatada del Archivo Provincial, (perteneciente a la
Colección F. Monzón), por Jorge Almuni Ruiz, (Ingeniero, miembro de la junta
directiva de la AZAFT). Y se utilizó como postal para la Lotería Nacional de la
Asociación en 2007.
De los dos tranvías en primer término, podemos decir que el
de la derecha pertenece a la línea Torrero, y el de la izquierda a la línea
circunvalación. De los dos que aparecen en la lontananza, el de la izquierda
está entrando a la Calle Don Jaime camino de la estación del Norte y el de la
derecha no podemos apreciar si se aleja o se acerca hacia nosotros.
Casi como una lucha Quijotesca, como un empecinamiento
personal y una batalla contra los elementos presenta Gimeno Vizarra la
consecución de la empresa:
“…Todavía no nos damos cuenta de cómo
hubo héroes que llegaron a constituir la sociedad constructora, porque si se
hubiesen inspirado los accionistas en la voz general, ni una sola acción
hubiera llegado a colocarse…”
“…recuerden nuestros abonados el dialogo que aún es fresco…
-
¿Qué le parece a Usted de esto de los
tranvías? Preguntaba un cualquiera a otro cualquiera.
-
¡Que no vivirán¡ Zaragoza no tiene
elementos suficientes para ello. Es imposible que prosperen.
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